Doble estándar en Brasil.

El mundo visto a través de los ojos de la ayahuasca. Mi opinión sobre este tema ya salió relucir ligeramente cuando comentaba el problema del burka en la India. En este caso, la noticia viene de más cerca: en Brasil, la religión parece ser razón suficiente para acceder a substancias alucinógenas prohibidas. Esto ya es un tema común en muchos países y, en mi opinión, es crear un doble estándar.

Muchas religiones de pueblos precolombinos utilizan substancias psicotrópicas en sus rituales sagrados. Estos producen estados alterados de la consciencia que son relacionados con la cercanía a la divinidad o el acceso a un ‘viaje interior’. En Brasil, las religiones del Santo Daime y La de Unión del Vegetal (¡!) son las que más usan el ayahuasca, la planta que el gobierno de Brasil autorizó sólo para uso ritual.

Los fieles pueden consumirla sin limitaciones de edad ni estado de salud (incluso mujeres embarazadas pueden hacerlo) y las comunidades religiosas están exentas de cualquier responsabilidad por lo que pueda pasarle a quienes consumen la droga.

Hay tantas cosas mal con esto que no sé por donde empezar.

Creo que no estoy diciendo nada controversial cuando afirmo que si algo tiene razones para ser prohibido, entonces es razonable que esté prohibido. ¿Por qué, entonces, se permite el uso de una substancia que, supuestamente, tiene que estar prohibida? Algunos partidarios de la legalización podrán decir que el ayahuasca es una droga inofensiva o con pocos efectos secundarios y que la prohibición de su consumo es un atentado contra las libertades individuales. Puede ser, pero si este fuera el caso, la legalización tendría que ser para todos.

Esta ley es una violación de la separación Iglesia-Estado ya que pone al Estado en la posición de decretar qué cultos y prácticas religiosas son lo suficientemente importantes para ser permitidas. Cultos más pequeños o con menos influencia quizás no puedan demostrar que sus prácticas similares son legítimas y merecen reconocimiento. Más aún, en un país donde la creación de una iglesia es un trámite de unos días, no es una locura que se creen religiones ad hoc.

Es un doble estándar ya que argumentaciones religiosas están justificando algo que argumentaciones seculares no podrían. ¿Por qué los intereses religiosos de la Unión del Vegetal tienen más peso que los intereses individuales de Juan Pérez que quiere consumir ayahuasca? Esta ley, debería permitir el consumo de ayahuasca a toda persona que quiera hacerlo siempre que cumpla ciertos requisitos de seguridad (los mismos que se les está pidiendo ahora a las Iglesias o más).

Y es un palpable y peligroso doble estándar por que las iglesias están desligadas de cualquier responsabilidad ante daños causados por la droga. Como señala el artículo del diario El País:

El aspecto más discutido de la decisión del Gobierno es que deja a las comunidades religiosas la responsabilidad de lo que pueda ocurrir con los efectos de la droga en los fieles, sin que se les exija pasar antes por una consulta médica, como sí se hace por ejemplo, en quienes quieren usar un gimnasio

Es decir que las instituciones religiosas no están atadas a las regulaciones normales por el sólo hecho de ser instituciones religiosas.

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