Los modelos climáticos son confiables.
En 1988, el año de mi nacimiento, James Hansen publicó una proyección de las temperaturas globales. Gracias a que ya pasaron 24 años de su publicación, se puede tener una idea cruda de cuán cerca estuvo de la realidad. Los datos los pueden encontrar al final de este post.
Lo primero que hay que hacer para evaluarla es elegir qué escenario de emisiones comparar. Los modelos climáticos no pueden predecir el futuro sino que realizan proyecciones bajo ciertas suposiciones. Una de las suposiciones clave es la evolución de las emisiones de gases invernadero. En su trabajo, Hansen realizó 3 escenarios que llamó A, B y C e hizo correr el modelo una vez para cada uno. Antes que nada, entonces, hay que comparar:
Distintos escenarios de forzamiento radiativo en Hansen 1988 y forzamiento observado
Hasta más o menos el año 2000 el escenario C era el más acertado, aunque para más adelante es menor que el observado. En promedio, el forzamiento real estuvo entre el escenario B y el C. Las rectas se cortan en 1984 porque, a pesar de que el artículo fue publicado en el 88 esto fue por el retraso del análisis de datos y publicación del material, el modelo empezó a proyectar desde 1984.
Entonces, ¿cómo se comparan las temperaturas globales proyectadas con las observadas?
No tan mal, eh. La línea recta celeste claro es una extrapolación lineal usando el incremento de la temperatura entre 1958-1984. Es decir, una hipótesis nula con la cual comparar el resultado. Vemos que las proyecciones estuvieron más cerca de los escenarios B y C que de una suposición ingenua de que el incremento de la temperatura iba a continuar igual. Esto se ve también si calculamos la regresión lineal de los datos.
A pesar de que estuvo cerca, Hansen estimó más aumento de la temperatura del que realmente hubo, incluso bajo escenarios con menor emisión gases de efecto invernadero. ¿Por qué?
Una primera respuesta es que estamos ante el resultado de una sola “corrida” del modelo. Actualmente los modelos se corren cientos de veces variando ligeramente las condiciones iniciales y luego se hace un promedio de todos ellos. Esto asegura tener un resultado representativo. Como el modelo de Hansen sólo se corrió una vez para cada escenario, es posible que estemos ante una versión anómalamente cálida.
Lo más probable, sin embargo, es que esta sobre-estimación de las temperaturas se deba a que Hansen utilizó un valor para la sensibilidad climática de 4 ºC. Esto está por encima del valor actualmente aceptado, más cercano a 3 ºC. En otras palabras, el modelo de Hansen era más sensible a los gases de efecto invernadero que la realidad.
Podemos hacer una corrección un tanto burda y decir que, si el modelo hubiera asumido una sensibilidad de 3ºC entonces habría mostrado 3/4 del calentamiento. Aplicando esta corrección, se obtiene una proyección sorprendentemente acertada.
¡¡BAM!! Justo en el medio.
Este modelo, de hace casi 25 años corriendo con computadoras probablemente no más poderosas que un celular de hoy en día, resultó ser bastante bueno. Actualmente los modelos climáticos incluyen una multitud de variables y tienen una resolución mucho mayor que este programita anticuado. Se hacen correr en supercomputadoras (o en la PC de cualquiera que quiera donar el tiempo muerto de su procesador) y se utilizan modelos distintos, cada uno con sus ventajas y desventajas.
Si una carcacha antigua como ésta puede dar resultados relativamente confiables, se pueden imaginar por qué los tremendos camiones de hoy en día son para respetar. De todas formas siempre hay que tener en cuenta la famosa frase de George Box y recordar que “todos los modelos son falsos, pero algunos son útiles”. Claro, esto aplica tanto a la climatología como a la física de partículas.
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