Matrimonio gay: Aftermatch.

Como escribí en el post anterior, hoy en Argentina fue aprobada la modificación del código civil que permite el casamiento entre personas del mismo sexo. Luego de escribir ese post en medio de la euforia de una reivindicación tan esperada y el sueño de estar más de 10 horas mirando el debate y comentando en twitter, me dormí un buen rato y ahora estoy en mejores condiciones de redactar algo coherente y un poco más profundo.

Esta conclusión ya había sido anticipada por Parlamentario.com que, según su recuento de intención de voto, daba por ganador el Sí por entre 1 y 2 votos (los resultados en el mismo sitio). Claro que una previsión tan ajustada no lo deja a uno tranquilo; con tal de que un par de senadores cambiara de opinión o se ausentara la conclusión podía ser otra distinta. En efecto, a lo largo de la noche estas cifras fueron cambiando y varias veces Parlamentario tuvo que cambiar entre “empate técnico” y “gana el sí por 1 voto”. Digamos que ver este debate me resultó más emocionante y me produjo más nerviosismo que el Argentina-Alemania (que no vi). La compañía de mi novia y el twitter hicieron la velada fuera aún más entretenida. Cabe aclara que esa noche todos los ojos del mundo estaban sobre nosotros, #matrimoniogay fue Trendy Topic mundial durante unas horas y twitter se llenó de angloparlantes preguntando qué estaba pasando y brasileros apoyando la media.

La calidad de las exposiciones fue increíblemente variable (una transcripción taquigráfica puede leerse acá). Aunque creo que es justo decir que quienes votaban a favor tuvieron mejor nivel en general (claro que no puedo ser muy objetivo en esto), algunos discursos fueron patéticos. Eduardo Torres (FpV - Misiones), por ejemplo, haciendo una lista de putos famosos daba un poco de vergüenza (cuando se le preguntó sobre sus fuentes dijo “internet”) y la frutilla del postre fue cuando se puso a hablar de las plantas hermafroditas. Otro discurso bastante tedioso fue el de Oscar Castillo (UCR - Catamarca) que nos dio un paseo forzado por la historia universal y la jurisprudencia argentina; de la Asamblea del 13 al Artículo 16. El Sonia Escudero (PF - Salta) creo que fue peor de todos y se mereció un facepalm de proporciones épicas cuando sostuvo que la ley discriminaba a las madres heterosexuales porque ellas, a diferencia de las lesbianas, no podían elegir el apellido de sus hijos.

En contraste, creo que uno de los mejores discursos fue el de Samuel Cabanchik (CC - Capital Federal) que fue conciso (que no es lo mismo que breve) y demoledor. Su trasfondo en fiolosofía se notaba a la legua. El de Beatriz Rojkes de Alperovich (FpV - Tucumán) se lució al rescatar las transcripciones del debate de divorcio vincular y mostrar como se usaron los mismos argumentos fatalistas para rechazarlo. Muy buena también fue la interpretación del Artículo 19 que hizo Ernesto Sanz (UCR - Mendoza) quién, defendiéndose en varios fallos de la corte suprema, sostuvo que éste artículo prohíbe cualquier distinción estatal entre proyectos de vida válidos e inválidos.

La cantidad de puntos irrelevantes al debate fue altísima aunque creo que fue mucho peor entre los que votaron en contra. Casi todos ellos antes de empezar a fundamentar hacían alusiones a la ’intolerancia de los que piensan distinto’, lo malo del clima ‘crispado’ (esa fue la palabra de la noche), lamentaban la ‘polarización’ del pueblo argentino y que se tratara de un ‘todo o nada’ (véase el discurso de Hilda Chiche Duhalde (PF- Buenos Aires)). Incluso esa fue la totalidad de la argumentación de algunos. El premio del arenque rojo se lo llevó Horacio Lores (MPN - Neuquén) quien se puso a hablar de la falta de regulación de la fertilización asistida y como, de alguna manera (me perdí en una selva de non-sequitur), eso significaba que los gays no tienen que casarse. Entre los que estaban a favor, había mucha mención a las presiones de la Iglesia y, en mi opinión, Miguel Ángel Pichetto (FpV - Río Negro) se fue al carajo cuando dijo que la cláusula de objeción de consciencia era una noción “nazi”. Esto fue notorio más hacia el final, cuando los argumentos más contundentes ya habían sido esgrimidos por otros senadores (incluyendo varias lúcidas menciones a estudios científicos y principios filosóficos); podría decirse que habría sido mejor si quienes no tenían nada más que agregar se hubieran callado y votado en silencio.

Liliana Negre de Alonso (PF - San Luis) fue la protagonista indiscutida de la noche. Su discurso fue, en realidad, bastante intrascendente. Su apoyo a la ‘objeción de conciencia’ no tiene ni pies ni cabeza y fue mortalmente inconsistente cuando se defendió alegando que ese principio es aceptado por 9 países en el mundo cuando antes estaban diciendo que sólo por 9 países legalizaron el matrimonio homosexual. Pero lo que la hizo protagonista fue su pelea con Pichetto que eventualmente terminó en lágrimas. Sinceramente todo el altercado me pareció patético. Alonso es, ahora, una Hotton del senado y no hay duda de que los grupos conservadores y de la derecha religiosa van enaltecerla y usarla como estandarte en los tiempos venideros.

Esta es una victoria importante para un país más justo e igualitario, pero no hay que dormirse en los laureles. En California la derecha religiosa logró insertar una modificación a la constitución definiendo el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer en reacción a la legalización del matrimonio homosexual. Actualmente se está librando una batalla judicial para declarar nula esta enmienda. Es de esperar que los grupos conservadores argentinos no se queden cruzados de brazos. Si algo nos enseña la historia es que “El precio de la libertad es la eterna vigilancia” (Thomas Jefferson).

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