Palomas supersticiosas.
Está bien establecido que las personas tienden a ser más supersticiosas en situaciones en las que tienen poco control. El ejemplo paradigmático es que los ajedrecistas tienen muchas menos cábalas que los jugadores de fútbol; los primeros tienen control total sobre la situación y ganar o perder depende puramente en sus habilidades mientras que la victoria o derrota de los segundos depende de muchos factores que los participantes no pueden controlar. Hay varios estudios que sustentan esta noción y que también vinculan la falta de control con una mayor tendencia al reconocimiento de patrones (ver formas en las nubes, por ejemplo).
Pero este paper de 1947 por B.F. Skinner muestra que los humanos no somos los únicos en encontrar relaciones causales cuando no las hay. Por segunda vez en el blog voy a citar parafrasear una escena de Los Simpsons:
Homero: Bueno, no hay ningún oso a la vista. La Patrulla Anti-Osos funciona perfectamente.
Lisa: Eso es un razonamiento falaz, papá.
H: Gracias, hija.
L: Papá, qué pasaría si te dijera que esta roca ahuyenta tigres.
H: Ahá, ¿y cómo funciona?
L: No funciona, es sólo una estúpida piedra.
H: Ya veo.
L: Pero no veo ningún tigre por acá, ¿y tu?
H: Lisa, me gustaría comprarte tu piedra.
Skinner fue el principal fundador del conductismo, un pionero en la psicología experimental y el descubridor del condicionamiento operante. Este modelo de aprendizaje consiste en que un animal aprende, por ensayo y error, que ciertas conductas tienen consecuencias deseadas mientras que otras tienen consecuencias indeseadas; las conductas que llevan a consecuencias deseadas son reforzadas y el animal tiende a realizarlas más a menudo. Por ejemplo, una rata puede aprender que al apretar un botón se abre un compartimiento con comida. La suposición es, obviamente, que la conducta y el reforzamiento están relacionados mediante una cadena causal; que la conducta causa el reforzamiento. Uno esperaría, por lo tanto, que no se observara condicionamiento operante cuando el refuerzo es independiente del sujeto experimental.
En este experimento, Skinner investigó justamente esto último. Puso palomas en jaulas individuales con un mecanismo que les daba comida. Éste estaba conectado a un temporizador que lo accionaba a intervalos de tiempo predefinidos sin relación alguna con el comportamiento del ave. Según las palabras de Skinner:
En 6 de 8 casos las respuestas resultantes eran tan claras que dos observadores concordaban perfectamente en la cantidad de instancias observadas. Un ave se condicionó a girar por la jaula en sentido anti horario, haciendo 2 o 3 giros entre cada reforzamiento. Otro golpeaba su cabeza repetidamente contra una esquina superior de la caja. Un tercero desarrolló una conducta de “arrojar”, como si pusiera su cabeza debajo de una barra invisible y la levantara repetidamente. Dos aves desarrollaron un movimiento pendular de su cabeza y cuerpo, en el cual la cabeza era extendida hacia adelante y oscilaba de derecha a izquierda con un movimiento brusco seguido por un regreso un poco más lento. (…) Otro pájago se condicionó en hacer picoteos incompletos dirigidos hacia el suelo pero sin tocarlo.
Es una lástima que no tengamos filmaciones ya que parecen bastante divertidas. Skinner nota que, en general, los sujetos se condicionan a realizar la misma acción que estaban haciendo la primera vez que aparece la comida. Si el intervalo no es muy grande y la paloma repite el comportamiento, es probable que la comida vuelva a aparecer en la cercanía temporal de su realización. Las palomas, en resumen, desarrollan una cábala. Establecen una relación causal donde no la hay.
Ahora sustituyamos a las palomas por hombres mirando fútbol, la jaula por una habitación con un sofá, cervezas y un televisor, y el mecanismo que reparte comida por un gol de su equipo favorito. Luego de un tiempo, vamos a observar todo tipo de extraños comportamientos. Quizás algunos sujetos usen siempre la misma remera, otros tal vez se sienten en el mismo sillón, algunos juntarán las manos en frente de su cara y repetirán una y otra vez su deseo de que gane su equipo.
Pero este tipo de condicionamiento también afecta otros aspectos de nuestro comportamiento, quizás más sutilmente. Este video me hizo notar que la gente llama los ascensores varias veces. En este caso, el comportamiento (apretar un botón) está relacionado con el reforzamiento (la llegada del ascensor) pero de manera demorada. Aunque sabemos que con una sola vez que apretemos el botón ya ponemos en marcha el mecanismo, repetimos como palomas una acción inútil. Lo mismo pasa, creo yo, cuando estamos ante una computadora muy lenta y apretamos varias veces las teclas o el click del ratón.
Estoy seguro que los mecanismos que crean las supersticiones en los humanos son bastante complejos y podría criticarse el modelo usado por Skinner. No hay duda que es incompleto, pero yo creo que es un buen ejercicio para hacernos pensar en las irracionalidades que cometemos todos los días.
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