Hawking no cree en Dios.

Parece que Hawking contrató a un nuevo publicista porque últimamente no ahorró en declaraciones polémicas. En abril sostuvo que “los meros números hacen que pensar sobre extraterrestres sea perfectamente racional” y advirtió que cualquier contacto interplanetario entre civilizaciones tendría consecuencias desastrosas para nosotros. El mes pasado dijo que “será difícil evitar el desastre en el planeta Tierra en los próximos cien años” y que “O abandonamos la Tierra o nos extinguiremos” (esto último, nada nuevo en el pensamiento del cosmólogo británico). Pero ahora, en extractos de su nuevo libro (“The Grand Design”) publicados en el diario inglés The Times, Hawking se atrevió a meterse con el propio creador del universo. Según él, “Dios no tiene lugar en el origen del Universo”.

Sinceramente, no veo que esto sea noticia. En muchos artículos hacen referencia a que en otros libros, Hawking dejaba abierta la puerta para un creador. En “Breve historia del tiempo” él habló de “conocer la mente de Dios”. Yo leí ese libro dos veces y nunca me pareció que esas referencias a un creador fueran más que mera metáfora. Algo así como el Dios que no juega a los dados de Einstein (aunque él sí creía en una especie de dios panteísta, no era eso a lo que se estaba refiriendo en su famosa frase). Especialmente puesto en el contexto del resto del libro y las declaraciones que hizo en octubre de 1988 al periódico Der Spiegel: “(…) no sería necesario apelar a Dios para que decida cómo empezó el universo. Esto no prueba que Dios no existe, sólo que no es necesario” (Una posición similar a la de Francisco Ayala: “No se necesita la hipótesis de Dios para explicar el mundo”)

Lo que creo que se está perdiendo en el ruido mediático es que “Dios” no es una hipótesis científica; por su misma esencia es imposible de falsear o corroborar. Quiero decir que la “hipótesis de Dios” no es una hipótesis porque no es coherente, no produce predicciones ni forma alguna de corroboración. La existencia de Dios, yo afirmo, es negable a priori a partir de fundamentos filosóficos.

“Dios” no tiene una definición coherente. Hay tantas definiciones como creyentes y cada una de ellas termina siendo, en realidad, una maraña de palabras sin significado alguno. Dios es “inmaterial”, “omnipresente”, “espiritual”. Son conceptos que carecen de referencia externa por lo que no podemos siquiera imaginar qué es lo que esperaríamos de la existencia de un ser con tales características. Más aún, algunos atributos atribuidos a Dios son tan incoherentes que son autocontradictorios y, como tales, sujetos al rechazo a priori, sin necesidad alguna del método científico.

Pero principalmente, Dios es innecesario para explicar el origen del universo porque, en realidad, no explica nada. Al no proveer predicciones comprobables, el poder explicativo de “El universo existe porque Dios lo creó” es equivalente a decir “El universo existe por magia”. Al no ser una hipótesis científica, nada tiene que ganar la ciencia al incluirla en su modelo del universo. Dios está fuera de todo escrutinio científico, pero eso no es una ventaja o un elogio, es una falla fundamental.

Ninguna teoría científica nunca va a poder descartar la existencia de Dios, además, porque este es un ente infinitamente flexible. Se puede acomodar a cualquier observación o teoría. Todo Dios es un Dios de los huecos y los creyentes van a seguir moviendo el acto creador hacia los límites de nuestro conocimiento.

Una frase que cristaliza todas esas características de la “hipótesis” de Dios es la dicha por el astrónomo del Vaticano Guy Consolmagno y citado en un artículo de ACI Prensa como respuesta a las declaraciones de Hawking:

Dios es la razón por la cual la existencia misma existe

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