Inseguridad y pensamiento crítico (parte 2).
En la primera parte mostré como la sensación de inseguridad no está justificada por los datos estadísticos de homicidios. ¿Cómo es, entonces, que la gente se siente más insegura de lo que en realidad está?
La respuesta más simple culpar a los medios. No hay duda que los diarios y, principalmente los noticieros tienen parte de la responsabilidad. Todos los días las noticias muestran los crímenes más horrendos y dramáticos que pueden encontrar, hacen notas sobre los motochorros y entrevistan a las víctimas y sus familiares para contar historias conmovedoras y llenas de emoción. La televisión, en otras palabras, es muy patética.
Pero antes de culpar sólo a los medios y sus intereses (que no digo que no tengan un rol) hay que reconocer también otro factor adicional, uno que permite que los medios tengan tal efecto en la gente: El cerebro humano es una máquina imperfecta moldeada por la evolución. La psicología sabe hace mucho de los sesgos cognitivos, esos pequeños “bugs” de nuestra mente que nos hacen percibir la realidad de una forma errónea. Muchos de estos sesgos probablemente tenga un origen evolutivo. Por ejemplo, es posible que un pequeño grado de apofenia (ver patrones donde no los hay) fuera ventajoso en el pasado evolutivo del hombre ya que si bien interpretar cada arbusto que se mueve como un depredador significa huir muchas veces sin razón, estos errores son compensados por la vez en la que sí hubo un depredador. Dicho de otro modo, evolucionamos para sobrevivir, no para realizar matemáticas avanzadas.
En el caso particular de la inseguridad, lo que estamos viendo es la tendencia de las personas de valorar las anecdótica por sobre las estadísticas. Este sesgo está presente en muchísimos ámbitos de la vida. En general toma la forma de el clásico “Funciona para mí” o “A mi amigo le funcionó” y no suele tener efectos negativos. Esto es, hasta que las ideas que uno empieza a aceptar en base a testimonios son dañinas. Esta forma de pensamiento muchas veces es inconsciente, pero puede tomar formas muy dramáticas. Esta, por ejemplo, es una cita textual de un creyente en la homeopatía.
No solo entran estas dos anécdotas que mencioné (la de la enfermera y la de mi viejo), sino que también tengo en cuenta la cantidad de casos de gente que conozco que pudo estabilizar la alergia, las gripes la obesidad, la depresión, la diabetes. Por eso, en mi caso la evidencia empírica [léase, evidencia anecdótica] tiene más valor que los fríos números y datos estadísticos.
Es decir que la tendencia del cerebro a valorar la anécdota por sobre el dato es tal que se puede convertir en una completa negación de la realidad. El usuario mencionado arriba está completamente consciente de que le convence más la evidencia sin control, de pocas personas y sin análisis estadístico que la evidencia fruto de una investigación rigurosa y el análisis estadístico de miles de personas. Hace esto conscientemente y no parece considerarlo un problema. Esta capacidad de la mente humana para ir en contra de la razón y el sentido común de maneras tan radicales no deja de sorprenderme.
En la mayoría de los casos, sin embargo, se trata de un proceso inconsciente. En un estudio publicado en 1980 (Hamill, et al 1980 [1]) se les presentó un historia muy vívida de una persona a 274 participantes y luego se les preguntó acerca de la población que representaban (guardias carcelarios en un caso y beneficiarios de planes sociales en otro).
Los resultados indican que la exposición al caso anecdótico influenció en las actitudes acerca de la población. El efecto es igual para quienes no se les dijo nada acerca de la tipicidad del caso, para quienes se les dijo que el caso era mu típico o para quienes se les dijo que el caso era muy atípico de la población.
En otro estudio, publicado este año, se estudió el efecto de la evidencia anecdótica vs. la evidencia estadística en la toma de decisiones en el ámbito contable (Wainberg, et al 2010)[2].
Nuestros resultados sugieren que en la toma de decisiones, los sujetos ignoraron o subestimaron los datos estadísticos en favor de la evidencia anecdótica, conllevando decisiones subóptimas.
Esto significa que las anécdotas influyen en nuestras decisiones aún cuando se les informa a las personas que la éstas no representan a la mayoría de la población. Es esperable, entonces, que aún cuando si los noticieros dijeran que la Tasa de homicidios ha bajado y es más baja que en EE.UU., las personas van a seguir teniendo miedo y la inseguridad mientras se muestren los casos particulares tan vívidos.
Otro de los sesgos cognitivos que probablemente entra en juego es la Heurística de Disponibilidad (Availability heuristic en inglés). Esta es la tendencia de juzgar la probabilidad de un suceso, no mediante un cálculo serio y real, sino en base a los ejemplos más vívidos que le vienen a la mente. Esto tiene una relación directa con el rol de los medios; cuando éstos publican casos de muertes violentas por criminalidad y no hablan de causas de muerte mucho más comunes (como accidentes automovilísticos), lo que hacen es crear un acervo de ejemplos y anécdotas de los primeros casos. Las personas que ven las noticias, entonces, tienen un montón de ejemplos de personas que murieron durante un robo pero saben de muy pocas personas que hayan muerto en accidentes de tránsito. Ahí es donde aparece este método heurístico: se cree que es más probable morir a causa de un robo que a causa de un accidente de auto.
Una ilustración de este fenómeno es que más personas mueren por año en accidentes con pirotecnia que atacadas por tiburones. Para dar un ejemplo local, se puede notar que en 2000 se produjeron casi 40.000 muertes atribuibles al tabaquismo (casi 100 muertes cada 100.000 habitantes) [3] en el mismo año, fueron asesinadas poco más de 2.600 personas (7,17) [4]
En Kazoleas 1993 [5] no sólo se comparó la efectividad de la evidencia anecdótica vs. estadística, sino que también se pusieron a prueba distintas hipótesis que explicaran el fenómeno. Los resultados, según el autor, son consistentes con la hipótesis de disponibilidad. Lo curioso es que también encontró que, si bien ambos tipos de evidencia son igualmente efectivas a la hora de influir en las opiniones (que ya es un problema en sí mismo), para aquellos que recibieron la experiencia anecdótica el cambio de opinión tiende a ser más persistente en el tiempo.
Conclusión:
El pensamiento crítico tiene un rol importante en la política en el análisis minucioso de la realidad. Justificadas por la sensación de inseguridad, por ejemplo, están los intentos de bajar la edad de imputabilidad, el pedido de leyes penales más duras y la ampliación de las fuerzas policiales y sus atribuciones legales. Si no existen otras razones para su aplicación, estas políticas deben ser rechazadas.
Se puede decir que la sensación de inseguridad, con seguridad no es una respuesta racional justificada por los hechos. La tasa de homicidios viene bajando desde 2002 y es una de las más bajas de Hispanoamérica. Sin embargo es una respuesta natural de nuestro cerebro ante el bombardeo constante de las noticias y anécdotas. Factores sociales y políticos conspiran junto con la propia estructura de nuestro pensamiento para crear una imagen inexacta de la realidad.
[3] Mortalidad anual atribuible al tabaco en Argentina, año 2000.
[4] Seventh United Nations Survey of Crime Trends and Operations of Criminal Justice Systems.
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